Marrakech es una ciudad vibrante que atrapa al viajero y es un destino casi imprescindible en tu viaje a Marruecos.
Pintores, cineastas, novelistas se han dejado atrapar por su poderoso imán.
En Marrakech descubrirás un ambiente bullicioso e imparable y disfrutarás tanto de día como de noche.
En plena medina, el corazón de Marrakech, transcurre la vida de la ciudad por sus calles entrelazadas, con las idas y venidas incesantes de sus gentes.
De noche, la mítica Plaza de Djemaa el Fna se convierte en la mirada mágica que más fascina a nuestros visitantes. La vitalidad que aquí se respira es una imagen imborrable, una experiencia llena de sorpresas y rincones que observar en un continuo ambiente festivo.
Toda ella parece un circo en la que es muy difícil caminar sin pararse a cada paso a contemplar algún espectáculo: bailarines, grupos tocando música tradicional, saltimbanquis, cuenta cuentos, aguadores, monos, mujeres pintando con henna, puestos de comida, de zumos, de dulces, dátiles, higos, frutos secos, venta de artesanía, juegos, encantadores de serpientes… Desde que el sol empieza a ponerse hasta bien entrada la noche, la plaza es un hervidero de gente ofreciendo espectáculo.
Toda la plaza está rodeada de cafés-restaurantes y terrazas y de ella parten las callejuelas que se adentran en el zoco, el más grande del Maghreb.
Por el día, podrás disfrutar de algunos de sus coloristas palacios, como el Palacio Bahia, una de las obras más hermosas de Marruecos, y construido con la idea de convertirlo en el palacio más impresionante de todos los tiempos.
Junto al Palacio Bahia se sitúa la Plaza “des Ferblantiers”, rodeada de pequeños talleres y tiendas con productos de metal y hierro trabajados de mil formas diferentes, dónde podrás encontrar objetos todos ellos hechos a mano: lámparas, bandejas para servir el té…
A pocos metros de esta plaza se encuentra El Mellah, nombre con el que se conoce a los barrios judíos amurallados. Rodeado por la muralla que lo separa del resto de la medina, el Mellah parece haberse estancado en el tiempo.
Estrechas callejuelas, altos edificios pintados en colores cálidos y las paredes descascaradas dan la apariencia de un viejo barrio histórico que nunca ha sido renovado, pero conservando el atractivo de su antiguo mercado cubierto, cuya actividad es incluso mayor que en el resto de los zocos de la medina.
Situado en la parte nueva de la ciudad, nos encontramos con el Jardín de Majorelle.
Este jardín fue construido por el pintor Jacques Majorrelle y por tanto, lo creó como crearía una obra de arte. La zona edificada es de color azul intenso con los detalles de puertas y ventanas de color blanco, dando una sensación de frescura que contrasta con el resto de la ciudad.
Como curiosidad, hoy en día se habla frecuentemente del color “bleu Majorelle” en honor al azul usado en la gran parte de muros, paredes y detalles del jardín.
En los años 80 el mítico modisto Yves Saint-Laurent lo adquirió y aumentó la cantidad de especies vegetales hasta más de 300. Se convirtió en su rincón preferido, cuyas cenizas quiso que se esparcieran entre bambúes y nenúfares.
A parte del extenso y variado jardín botánico, en lo que antaño era la antigua residencia de Jacques Majorelle, se encuentra el Museo de Arte Islámico.
Al sur de la Ciudad Nueva de Gueliz, se extiende la zona más moderna, lujosa y recientemente urbanizada de Marrakech, el Hivernage, dónde si sitúan los hoteles y tiendas más glamurosos de la ciudad.
Es un barrio que alberga grandes hoteles, restaurantes y tiendas de moda con unas vistas impresionantes de la ciudad desde algunas de sus terrazas.
Su eje principal es la Avda. de Mohammed V que con 3 km de extensión, se convierte en un gran boulevard arbolado que conecta con la medina hasta llegar a la mezquita de la Koutoubia, cuyo minarete de 69 metros de altura constituye el edificio más alto de Marrakech, estando prohibida la construcción de edificios superiores en toda la ciudad, incluyendo el ensanche nuevo.
La mezquita de La Koutoubia o de los libreros, es el símbolo cultural que representa a Marrakech en el mundo. Su minarete sirve de guía y puede verse desde gran parte de la ciudad.
Su silueta resulta especialmente familiar para los españoles, ya que sirvió de modelo para la construcción de la torre de La Giralda, en Sevilla.
Fuera de la medina encontrarás el Palmeral y el Jardín de Menara, un extenso parque natural que rodea Marrakech que ocupa 14.000 hectáreas y que suma más de cien mil palmeras.
El especial encanto de este jardín es el Pabellón de la Menara, uno de los monumentos más fotografiados de Marrakech. Edificado junto a un enorme estanque artificial, poblado de carpas, fue creado en tiempos de los almohades, quienes le dotaron de un sistema de riego subterráneo para traer el agua del deshielo del Atlas y baldear los olivares y huertos circundantes.
Desde este lugar podrás observar en invierno y primavera, las cumbres nevadas del Atlas y en verano disfrutar de la frescura y tranquilidad.
NO ESPERES QUE TE LO CUENTEN,
VEN CON NOSOTROS, Y CUENTALO TÚ
Comments are closed.